Todo comenzó cuando William Kamkwamba cumplió 13 años.
Vivía en Malawi, una de las naciones más pequeñas de África, y también una de las más pobres del mundo.
Debido a esta precariedad, el suministro de energía eléctrica es muy deficiente. En las áreas rurales los apagones son constantes.
Kamkwamba tuvo que dejar la escuela porque su familia ya no podía pagar las colegiaturas.

Sin embargo, no se dio por vencido, decidió hacerse cargo de su propia educación y se convirtió en un asiduo visitante de la biblioteca.

Un día, el destino lo hizo encontrarse con un libro que hablaba sobre molinos de viento… y se topó con una idea simple, pero poderosa, que cambiaría la vida de -literalmente- miles de personas en los pueblos más pobres de su país.

En dicho libro venían las instrucciones sobre…

… ¡cómo construir un molino de viento para generar energía eléctrica!.

A Kamkwamba le sonó como algo que él mismo podía hacer, e inmediatamente puso manos a la obra.
Recogió partes de bicicletas viejas, tubos de plástico, ventiladores para tractores y baterías de automóviles.
Sólo tenía 14 años cuando Kamkwamba logró lo que quería. Esta es la foto:

No se ve impresionante, ¿cierto?,  pero sí consideras que lo construyó un joven de tan solo 14 años, sin educación formal, con sólo chatarra y desperdicios. Y que este molino fue suficiente para dar energía a 4 focos y 2 radios, quizá te pueda sonar como ¡UN GRAN LOGRO!
La historia no terminó ahí…
CNN difundió la curiosa noticia y a través de apoyo filantrópico, Kamkwamba construyó otros cuatro molinos de viento en su comunidad.
Ahora hay una escuela que tiene luz y en otro lugar funciona un sistema de riego en medio de una zona desértica.
Estos molinos hicieron algo más que sólo dar energía:

Mostraron un camino y trajeron esperanza.

Afortunadamente para Kamkwamba, la historia tampoco terminó aquí. Gracias a su iniciativa, ganó una beca  en la universidad de Dartmouth, de donde hace poco se graduó.
Esta es una manera optimista de recordarnos que todos tenemos un don.

Al igual que el joven Kamkwamba,
tú también naciste con un talento específico.

Un don que te fue concedido,  para que puedas aportar tu granito de arena y hacer de este mundo un mejor lugar.
Tal vez no lo veas ahora; a veces estas habilidades únicas están ocultas a la vista, como un tesoro enterrado bajo arenas movedizas.
A menudo pasas tanto tiempo atento a lo que los otros hacen, admirando su ingenio, que puedes pasar por alto tus propios dones.
Incluso puede ser que tu capacidad especial sea algo que veas negativamente.
Por ejemplo, tal vez te críticas por no poder concentrarte en un solo tema por mucho tiempo; mientras otros se emocionan con tu capacidad de tejer varias ideas al mismo tiempo.
O puedes pensar que eres un tanto «frívolo», cuando quizá tu enfoque de la vida inspira y ayuda a otros a ver la existencia con más ligereza.
Es importante que encuentres tú talento particular y descubras cómo puedes aportarlo a la vida.
Puedes pedir a tus amigos o a tus compañeros de trabajo, que te digan lo que piensan que es tu don especial,  tu cualidad distintiva.
Escucha con atención…
… sus respuestas pueden cambiarte la vida.
Y quizás, como en el caso de Kamkwamba, la vida de toda una comunidad.
Hasta pronto.
Jorge Galindo
Director CÓRPORE
www.corporal.com.mx
 

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