29 de septiembre 2015

El desafiante. (Eneatipo 8)
“Dicen por ahí que soy asesino,
porque he matado a dos, tres cabrones,
el que me la hace, a mí me la paga,
y en poco tiempo, le llevan flores.
De puras ratas que son culebras,
Ya tengo llenos varios panteones”.
Narcocorrido: “La fuga del Chapo”
El domingo 12 de julio, México se despertó asombrado con una noticia: Joaquín Guzmán Loera, alias “El Chapo”, había logrado escaparse nuevamente de un penal de “alta seguridad”.

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Este fue uno más de los impresionantes “records” que “El Chapo” ha acumulado en su ya larga carrera. El fundador del “Cartel de Sinaloa” suma otros dos “logros” difíciles de igualar:

  • Después de su fuga en enero de 2001 se convirtió en el segundo hombre más buscado por el FBI y la Interpol, sólo detrás de Osama Bin Laden.
  • La revista Forbes le colocó en el lugar 67 entre las personas más poderosas del mundo, calculando su fortuna en mil millones de dólares…


Al “Chapo” nada lo ha detenido en su impulso, ni siquiera 2 penales de “máxima seguridad”. Por eso es un ejemplo extremo de la fuerza y determinación, de la rudeza y la brutalidad de la que es capaz el Eneatipo 8: “el desafiante”.
El desafiante es alguien que:
… Evita sentir debilidad o vulnerabilidad a cualquier costo, busca estar en control de la situación y de los demás. Necesita mostrarse fuerte, dominante y sin miedo.
… En este proceso sobre-desarrolla su impulso y su acción agresiva, y reprime sus dimensiones sensibles o su necesidad de afecto. Juzga la sensibilidad de los otros como debilidad.
… Por eso no espera que le den nada. Va y toma lo que necesita. Obtiene más placer de tomar algo por la fuerza, que si esto le es dado. Por eso termina tomando ventaja en sus relaciones, siempre acaba “explotando” al otro. Si el Enatipo 7 es un zorro seductor, el 8 es un tiburón.
… Es intolerante a las reglas o límites que proponen otros, o a las normas sociales. La satisfacción de sus deseos es prioritaria, la busca a cualquier costo. De todos los enatipos, éste es el más rebelde, y el que exhibe los comportamientos mas antisociales.
… Desde pequeño aprendió a desconfiar de la autoridad, a desafiarla. Aprendió que a la autoridad se le enfrenta a través de la fuerza y la intimidación. Por eso, “toma la justicia en sus propias manos”, busca el poder y aplicar SU justicia.
… En su lucha por la existencia aprendió a desafiar el miedo y a confrontar el peligro. Es directo y claro cuando habla, dice lo que piensa sin importar la rudeza o el impacto. Desarrolló un gusto especial por tomar riesgos.
… Le gusta proyectar una imagen de altruista y protector (por eso son ídolos populares, como “Chucho el Roto”, “Malverde”, Pablo Escobar).
… Físicamente tienden a ser desarrollados y proporcionados. Su rostro es expresivo, dan la impresión de tener exceso de energía. Suelen tener la cabeza muy erecta; puede percibirse tensión en la frente, el cuello tieso, y la voz fuerte y sólida.
… La principal asimetría corporal que puede percibirse es entre los hombros (más anchos) y la pelvis (más estrecha). Sus movimientos son rápidos y decididos, bien coordinados; expresan determinación.
… De pequeños vivieron experiencias muy dolorosas, que los hicieron sentir indefensos o tratados injustamente. Como el mundo “les falló”, los dejó solos, decidieron ser autosuficientes y fuertes.
… Es común que se hayan criado en hogares donde al menos un progenitor era violento, o el medio ambiente: el barrio, la pandilla. Había peligros frente a los cuales necesitaron endurecerse.
Con este impulso agresivo y su tendencia a imponerse, el desafiante se condena a sí mismo a la insatisfacción, porque El amor no puede ser arrebatado, ni siquiera tomado.
El amor, para nutrir, necesita ser recibido.
Y es precisamente este aspecto receptivo de la personalidad el que está bloqueado. El desafiante intenta compensarlo obteniendo cosas materiales o controlando a las personas.
Su insensibilidad, que tanto sirve a su agresión y dominio, también lo lleva a negar los efectos de las heridas y el dolor en su persona, tanto física como psicológicamente.
Pierde conciencia de cómo se lastima a sí mismo (y a quienes lo rodean) con su empuje y osadía.
Hasta pronto.
Jorge Galindo
Director CÓRPORE
www.corporal.com.mx
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