Normalmente, el color rojo significa “¡detente!”.

Los miembros de la Guardia Roja comenzaron a expresar públicamente su descontento con las señales y semáforos en rojo, porque según ellos, el tono rojo era el color de la revolución, lo que debía significar seguir hacia adelante, no detenerse.Pero esto ya lo sabías.
Si manejas en prácticamente cualquier ciudad del mundo encontraras esto. Es una norma internacional.
Pero el rojo también significa otras cosas.
Desde el siglo XIX se convirtió en el símbolo de los revolucionarios socialistas y comunistas. Para ellos, este color significa revolución y cambio.
Por eso no es una coincidencia que la actual bandera china y la bandera de la antigua Unión Soviética tengan como fondo el rojo.
Aquí viene la anécdota curiosa: a mediados de los años sesentas, estos dos significados hicieron crisis durante la revolución cultural China…

Iniciaron una campaña de educación masiva… pegaron carteles en las bardas… mensajes en la radio… utilizaron todos los medios a su alcance para informar que el rojo debía ser usado como una señal para que el tráfico siguiera adelante.
Literalmente, lo opuesto a lo que significaba para los conductores; tanto entonces como ahora; tanto aquí como allá.
Para reforzar la medida, en algunas ciudades miembros de la Guardia Roja se convirtieron en policías de tránsito. Se colocaban en los cruceros indicando a los conductores que se movieran frente al rojo y se detuvieran frente al verde.
Si esto te suena como una mala idea, tienes razón… ¡lo fue!
Obviamente, no había suficientes miembros de la Guardia Roja  para manejar todas las intersecciones.
Por lo tanto, hubo conductores que avanzaban en rojo y otros en verde.
¿Resultado?, adivinaste… muchos accidentes.
A final de cuentas, el régimen Chino se lo pensó mejor, y decidió que el rojo, por lo menos para los propósitos de tráfico, regresara a su antiguo significado: detenerse.
¿Qué podemos aprender de esto?

Que forzar los cambios rara vez funciona.

En particular cuando se trata de la gente con la que convives.
Muchas veces, cuando te relacionas con alguien, tratas de acomodar a la otra persona en tu expectativa predeterminada. Y cuando no encaja en ella, surge la desilusión, y con ella la tentación de “cambiarla”.
Pero, a menos que te  estén pidiendo consejo u orientación, entrar en la dinámica de “cambiar al otro” es, como lo aprendieron los miembros de la Guardia Roja, complicado y conflictivo…. si no es que imposible.
Si sientes que necesitas transformar algo en una relación, la única renovación que realmente tienes el poder de hacer es…  sobre ti mismo.

Tu cambio, creará un movimiento energético en la relación.

Tu trabajo interno, modificará tu vínculo con el otro.

Y ahí -sólo ahí- surgen las oportunidades para una nueva forma de relacionarse.

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