2 de Septiembre 2014

Un caballero inglés quería un servicio de porcelana hecho en base a un cuidadoso patrón.
Envió a China un plato de muestra, ordenando que se copiara EXACTAMENTE para todo el servicio. Al recibirlo, el fabricante chino notó que el plato tenía una grieta (causada durante el viaje).
Sus instrucciones eran precisas, así que todo el servicio fue enviado al caballero inglés con una grieta en cada artículo, cuidadosamente copiada del original.
Te cuento esta historia porque me recuerda el efecto “boomerang” que suele tener la “Sombra” en nuestra vida: termina propiciando aquello que evitamos o tememos.
Déjame compartir contigo una experiencia para ilustrar este punto:
Mario* llegó a terapia a medias convencido y a medias empujado por su pareja.
En la segunda sesión me confesó cual era el problema: Su pareja ya no toleraba la pasividad con la que Mario reaccionaba durante sus conflictos.
Para Mario esta también era la dificultad, sólo que la vivía desde un ángulo por completo diferente: simplemente no entendía porqué ella le reclamaba.
El se veía a sí mismo como un tipo bien intencionado que trataba de resolver siempre los conflictos por las buenas.
Pasaron varias sesiones, hasta que en una Mario tomó conciencia de cómo le asustaba el enojo de su papá cuando era niño.
Tanto que aprendió a tratar el enojo como si fuera un ente patógeno. Finalmente, terminó asociando de una manera inconsciente su propio enojo con peligro. De esta manera, el enojo de Mario fue pasando a la sombra.
Externamente aprendió a comportarse “bien”, a ser obediente, conciliador y a tratar de no generar ningún tipo de problema.
Así, cada vez que surgía una experiencia de conflicto -sin importar sus necesidades o derechos-, Mario respondía con pasividad. Al igual que la porcelana del cuento, cada nueva experiencia venía con una grieta que no debería estar ahí.
Algo más sucedió: poco a poco, sin darse cuenta, Mario termino propiciando parejas o amigos “enojones” a su alrededor. Personas que le permitían “proyectar” su enojo inconsciente, de tal manera que parecía que eran ellas quienes tenían el problema, o que terminaban actuando el enojo por ambos.
Claro que esto tuvo su precio: varias relaciones rotas, sin que Mario comprendiera bien a bien el motivo profundo que las había desgastado.
Relaciones insatisfactorias en donde con el ánimo de llevar la “fiesta en paz” había aprendido a renunciar o postergar sus necesidades y/o derechos.
A esto me refiero con el efecto “boomerang”: lo que pretendemos ocultar en la “sombra”, termina causando –paradójicamente- aquello que queremos evitar.
El primer paso en este viaje de transformación, es reconocer cómo se manifiesta tu sombra en tu vida cotidiana.
 
*El nombre es ficticio, la situación es real.

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