11 de Marzo de 2014

“Pienso que si existiera un Dios, habría menos maldad en esta tierra. Creo que si el mal existe aquí abajo, entonces fue deseado así por Dios o está fuera de sus poderes evitarlo. Ahora, no puedo temer a un Dios que es o malicioso o débil. Lo reto sin miedo y me preocupan un comino sus rayos”.

Con esta perspectiva de la vida, Donatien Alphonse de Sade, mejor conocido como el marqués de Sade, escribió novelas y cuentos que  escandalizaron -y deleitaron- a Europa a fines del siglo XVIII.
Sus novelas, aun estando prohibidas, circularon generosamente en forma clandestina durante todo el siglo XIX y mitad del XX.
Sade encarna y  exhibe un ejemplo extremo del placer conjugado con la destructividad. De hecho, hoy día el termino “sadismo” se utiliza para describir la excitación producida al cometer actos de crueldad; en particular obtener placer sexual infligiendo dolor a otros.
Explorar tu apego a la destructividad por el placer implícito en la experiencia, entraña un paso profundo de autoconocimiento… y es un reto de honestidad radical.
¿Te animas a explorar tu propia combinación de placer y destructividad?
Entonces te propongo realizar un ejercicio-reflexión que practicamos en CORPORE. Puedes hacerlo a solas o si quieres compartirlo -como sabiamente recomienda Chabelo- hazlo con la persona que mas confianza le tengas.
Busca un lugar en donde puedas mantenerte sin interrupciones por aproximadamente 15 minutos; un lugar donde puedas estar en quietud y tener una buena concentración. Ya estando en este espacio:
Recuerda algún sueño o fantasía sexual en donde hayas vivido momentos de dominar, controlar al otro, o de someterte, ser controlado (recuerda que nadie te ve, estás seguro)… Recapitula las escenas, el contenido, incluso los detalles…
Respira… y permítete sentir en tu cuerpo la experiencia… encarna las sensaciones… la energía… si es posible, incluso expresa algún movimiento o sonido.
Vive esta recreación, y permítete hacer contacto con el placer que está involucrado en ella. Date permiso de sentir la esencia de tu experiencia.
Cuando la experiencia de recreación pierda fuerza o haya terminado, quédate un momento observando tus sensaciones…tus sentimientos…saboreando esta esencia de tu experiencia… Ahora pregúntate:
¿Qué es lo que me excita en particular de esta experiencia?
 
¿Puedo separar la esencia placentera de los elementos de dominación o sumisión que están presentes?
Después de un momento, recrea sólo los aspectos placenteros de tu experiencia, intentando no incluir los elementos de dominación o sumisión, o cualquier otra distorsión del placer que haya estado presente. Date permiso nuevamente de sentir y expresar.
¿Cuál es la esencia de tu experiencia?…
Tener placer en tu vida, es tu derecho por nacimiento. Explorar los espacios vitales en donde tu placer se mezcla con la destructividad – contaminando tu impulso y legitimo anhelo- es el primer paso.
Rescatar y transformar esta energía para reintegrarla a su esencia original, es una posibilidad real en mí, en ti… en todo ser humano.

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