3 de Abril de 2013

La creencia de que en el sexo hay algo intrínsecamente «malo» es una de nuestras convicciones más arraigadas.
Comparemos por un momento cómo hablamos del sexo y de la comida. Hablar de lo que te gusta comer y ponerte de acuerdo con un amigo para hacerlo, es una experiencia común y relajada.
No sabes lo que te gusta comer hasta que lo pruebas; una noche tienes antojo de comida italiana y la semana siguiente te inclinas por la china.
Hay quienes prefieren comer con la misma persona indefinidamente, y quienes prefieren cambiar con frecuencia de compañeros.
Nadie obliga a nadie a comer nada o a compartir su comida con alguien. Cada persona es experta en lo que quiere y necesita comer; y en términos generales, respetamos sus decisiones.
Ahora, Regresa a los párrafos anteriores y sustituye la palabra «comida» por «sexo», y donde decía «comer», cámbialo por «tener sexo».
¿Qué tal? ¿cambia tu perspectiva?
¿Te parece difícil pensar y hablar así?
¿Eres consciente de las programaciones que entraron en juego?
El primer reto es salirnos del argumento «sexo malo / sexo bueno». En el sexo como en la comida, el beneficio o el daño viene de lo que haces y de cómo esto te afecta.
En este boletín más que argumentar sobre el sexo como algo «bueno», te propongo trabajar en cómo nos relacionamos con nuestra sexualidad: una relación más positiva. (Igual que con la comida.)