Es un tema recurrente en el trabajo con mis consultantes…
También  en las pláticas con amigos y conocidos.
Frecuentemente, como secuela del sismo ocurrido hace un mes, aparece el tema de ese sentimiento de vulnerabilidad, impotencia y desamparo frente a los acontecimientos que nos rebasan, y de los cuales incluso, depende nuestra vida.
Esta situación no es nueva.
Desde sus inicios el mundo ha sido impredecible.
Ya sea a través de la evolución continua, de los desastres naturales, de las guerras, colapsos económicos o crisis de cualquier tipo… el único elemento constante ha sido el cambio.

Y sin embargo, la mayoría de nosotros vivimos empeñados en aferrarnos a alguna certeza.
Nos atrapamos en el espejismo de que la existencia es (o debería ser) algo predecible y seguro.
Es tan profundo este anhelo humano que, irónicamente, muchas veces preferimos la vida que estamos viviendo, ¡aunque no nos guste!, antes que enfrentar lo desconocido.
Sin embargo, este es uno de los puntos de fricción y sufrimiento más constante que puedes tener con la realidad…
… La necesidad de alcanzar una “felicidad” que, en muchos aspectos, parece contraria a está ley universal de la impermanencia (cambio constante);
… El intento por crearte una  estabilidad externa y pretender obligar al universo a mantener el status quo que tú deseas…

Y  es en estos momentos difíciles, de crisis, en donde se hace más evidente esta contradicción.

Nos concentramos tanto en controlar el mundo externo para evitar nuestra sensación de vulnerabilidad y desamparo, que nos perdemos el punto esencial…

La seguridad, la fortaleza y el sentido que buscas son estados internos.

Para alcanzarlos necesitas enfocarte en tu interior para descubrir y cultivar un nivel de conciencia que, por momentos, pueda elevarse por encima de lo que está sucediendo en el ámbito externo,  en el mundo…
Es decir, estas crisis son una oportunidad para despertar a tu dimensión y tu sabiduría internas.

Porque tu vulnerabilidad es también una puerta directa para reconectarte con tu experiencia emocional. Esa dimensión que tan fácilmente olvidas cuando vives sumergido en el bullicio y la rapidez de la vida cotidiana.

La confrontación con la posibilidad de morir, te invita a repensar tus valores,  y a no postergar más esas decisiones importantes que sabes que mejorarán tu vida.

Porque experimentar la incertidumbre te alienta a empoderarte; te invita a contribuir a través del  servicio, la acción solidaria o la oración.

La adversidad y sus desafíos, son a menudo la primera señal de que ya es hora de iniciar tu búsqueda interior.
Hasta pronto.
Jorge Galindo
Director CÓRPORE
www.corporal.com.mx
 

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P.D.- La verdad, no necesitas esperar otro temblor o una  crisis para empezar tu viaje hacia una existencia más plena y  feliz.
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