30 de junio 2015

¿Has Intentado que un Perro se Trague una Píldora?
¿Alguna vez has intentado que un perro se trague una píldora?
Una píldora que no quiere tragar. Ya sea porque la siente demasiado grande, un poco amarga, o simplemente le incomoda.
¡Es toda una experiencia!
Al final, ninguno de los dos termina con mucha dignidad…
Lo mismo pasa cuando quieres hacerle “tragar” tu punto de vista a otro…
Si él/ella se encuentra en modo de alerta y protección, no sirve de nada argumentar con más vehemencia o descalificar su reacción. Simplemente no se lo va a “tragar”. 
¿Qué puedes hacer para no terminar entrampado en una pelea inútil?              Para evitar un enfrentamiento que a la postre sólo te dejará enojo o  vergüenza:
1) El primer paso, y quizás el más difícil, es ganar conciencia de tus propios impulsos.
Después de todo, tú también tienes una amígdala, y ésta puede ser activada por lo que hace o dice la persona frente a ti.
Es fundamental desarrollar la capacidad de darte cuenta cuando se activa alguno de estos dos impulsos: el miedo o el enojo.
La capacidad de darte cuenta te brinda la opción de decidir si actúas el impulso o canalizas su energía de otra manera.
¿Cómo reconocer estos impulsos? Las señales te las da tu cuerpo.  Sólo se requiere que cultives tu sensibilidad y tu apertura para percibirlas. Respira profundo, y siente lo que pasa en tu cuerpo y tus emociones mientras ellos cuentan su historia.
2) Tu siguiente reto para romper el círculo vicioso de reactividad es crear seguridad.
Esto no es una tarea fácil. Cuando las personas culpan, están en una reacción de lucha o huida – un estado sobrecargado del sistema nervioso.
Tu meta es bajar el ritmo de la discusión.  Ayuda a esa persona a que calme su campo de energía sobrecargado.
Con esto, la conciencia, la auto-responsabilidad y la empatía tienen una oportunidad para surgir.
3) Escucha y reconoce la experiencia de la otra persona. 
Por irracional que te parezca no la descalifiques. Si te es posible, incluso refléjala con frases tan simples como “me doy cuenta que esto te duele”, “percibo que estás enojado”, etc.
Dale un mensaje de que recibes su experiencia.
4) Si te es posible, intenta escuchar mas allá del reclamo.
Detrás de esta reacción hay una necesidad (seguridad, satisfacción o conexión) que no está siendo satisfecha o se siente amenazada.
¿Puedes percibir cuál es? ¿Puedes preguntarlo? ¿Puedes dar alguna respuesta a esto?
5) Utiliza el lenguaje de los sentimientos para ayudar a nombrar esta necesidad.
En un estado agitado, las personas pierden la habilidad de pensar racionalmente.
El estado de alarma sólo les permite ver a través del lente de su narrativa negativa. Cuando una respuesta de lucha o huida se apodera de la situación, el lóbulo frontal se vuelve inoperante y la persona pierde su capacidad de ver los matices en la realidad presente.

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En CÓRPORE consideramos que el conflicto es parte y fruto de una interacción madura. Las personas necesitan ejercer su influencia en el otro, expresando sus diferencias en ideas, valores, intenciones o reacciones emocionales.

El conflicto honesto, nos carga de energía positiva y nos abre el camino a una expresión emocional más profunda.

Sin embargo…
Cuando algo  lastima tus ojos, dejas de mirarlo.
Cuando algo lastima tus oídos, te proteges para ya no escuchar.
Cuando algo lastima tu corazón… intenta dejar de justificarlo. 
 
Hasta pronto,
Jorge Gaindo
 

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