8 de Julio de 2014

Ser director de CÓRPORE ha tenido enormes satisfacciones para mí… pero nunca pensé que también podía ser tan difícil.
Como líder, con frecuencia me veo atrapado en una red de intereses y expectativas contradictorias. En ocasiones siento que me la paso de apaga-fuegos. Y no faltan los días en que de plano, termino agotado… preguntándome ¿qué he logrado?
Estoy seguro que a veces a ti te pasa igual.
Tú, como todos, también tienes una función de liderazgo en algún ámbito. Para algunos es en la oficina, para otros la casa, otros pueden jugar este papel entre los amigos.
Así que ya sabes que a veces puede ser doloroso, difícil… incluso amargo. Nadie nos enseña a ser líderes, aprendemos a través del método de prueba-y-error. A base de caer y levantarnos.
Ya vimos en el boletín anterior que los estilos de liderazgo autoritarios cada vez funcionan menos; en muchos casos producen un efecto contrario al esperado.
Entonces, ¿qué hacer? Aquí tienes 3 reflexiones que pueden mejorar tu estilo de liderazgo:
Recuerda que el entusiasmo es contagioso.
Tu entusiasmo genuino en un proyecto o una tarea es el principal motivador para que otros se involucren con interés y se preocupen por él. No tus ordenes ni amenazas.
Cuida tu propio ego.
A nadie le gusta asumir –ni le corresponde- la responsabilidad de hacerte sentir que eres importante.
Deja que sea tu autoridad “natural”, es decir, la que se basa en tu experiencia real o en tus conocimientos sobre el asunto, la que te permita demostrar que tienes capacidades en ese campo.
Es un terreno resbaloso ponerte el saco de líder o autoridad para buscar la aprobación/admiración de los demás.
Muévete en “voz baja”.
Cuando no tienes la autoridad “formal”, las personas se resienten fácilmente si tomas las riendas con demasiada fuerza.
No te enfoques demasiado en el resultado, guía en silencio, permite que todos participen, y mantente haciendo muchas preguntas a lo largo del camino.
En mis momentos de desánimo, me consuela recordar que un líder de la talla de Winston Churchill, no vaciló en afirmar: “El éxito es aprender a ir de fracaso en fracaso sin desesperarse”.
 

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