22 de Octubre de 2013

La relación entre tu cuerpo y tu mente es constante y perdurable. Esta interacción ocurre todo el tiempo, la percibas o no.
Si pones atención a los cambios que te ocurren cuando vives una emoción puedes darte cuenta fácilmente de esta relación:
Al estar triste, tu cuerpo se agita con sollozos…
Al estar ansioso o  angustiado, se te “aprieta” el estómago…
Estas reacciones corporales están enraizadas profundamente en nosotros. La forma en que nuestras emociones se plasman en nuestro cuerpo se puede considerar como un lenguaje universal.
¿Sabías qué se ha encontrado que existen  seis expresiones faciales que  se repiten en todas las culturas y que en todas expresan prácticamente lo mismo?
Ira, tristeza, alegría, sorpresa, miedo y asco, son emociones que disparan gestos idénticos, independientemente de que seas un aborigen australiano, un cosmopolita neoyorquino o un campesino mexicano.
Además, cada día la ciencia encuentra más evidencia que confirma que nuestros pensamientos y sentimientos tienen mucha influencia sobre la salud del cuerpo.
 
Todas las emociones que comúnmente llamamos negativas (enojo, tristeza, culpa, vergüenza), terminarán afectando tu salud si las reprimes.
Seas consciente o no…
Te guste o no…
Más tarde o más temprano…
El organismo va a terminar expresando lo que has enterrado… con diferentes síntomas e incluso con una enfermedad.
Una premisa que sostenemos en CORPORE es que nuestro cuerpo es sabio: sabe comunicarse; expresa a través de sus síntomas.
Si aprendes a leer los síntomas y señales corporales, conocerás un lenguaje universal que te permitirá averiguar qué hay en las profundidades de tu conciencia.

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