5 de Febrero de 2014

¡San Jorge bendito, amarra tu animalito,
con tu cordón bendito,
para que no me vaya a picar o morder!

Aún recuerdo el fervor mezclado con miedo que me hacía repetir cada noche esta oración en un intento de cobijarme el alma antes de cobijar mi cuerpo.
Así cerraba mi ritual de oraciones nocturnas cuando tenía 4 – 5 años de edad, en la adormilada, casta y devota Puebla de los Angeles a principios de los 60´s.
 
Desde entonces, los espacios y rituales de inicio y cierre del día han tenido un especial atractivo para mí. Sé que existen rituales de muchos tipos -para recibir a un recién nacido, o llegar a un lugar nuevo, de despedida, de renovación, etc.-, pero estos, que nos ayudan a iniciar y terminar un día, son tan necesarios como el aseo físico.
En el boletín anterior te propuse un ritual para iniciar tu día, aquí te propongo uno para cerrarlo.
Puedes realizarlo ya estando en la cama, justo antes de dormir:
 
1.- Revisa los momentos mágicos de tu día. Enfoca tu atención en tu respiración profunda y, si lo deseas, invoca la presencia divina. A continuación visualiza nuevamente todas las experiencias buenas y grandiosas que tuviste en el día. Obsérvalas, siéntelas, relaciónate con ellas e invita tu gratitud.
2.- Después, pregúntate si heriste a alguien este día. Si lo hiciste, invita tu compasión y pide perdón visualizando a la persona frente a ti.
3.- Pregúntate si tu interacción con otros te causó algún dolor. Intentar buscar culpables, o pensar que no debió ocurrir,  no cambia la situación,  ni  eliminará realmente tu dolor.Siente el dolor y quédate con él. Abraza por un momento en tu conciencia y en tu corazón esa parte herida de ti. Siente tu propio consuelo.
4.- Por último, bendice a  quienes  tocaron tu vida el día de hoy. Visualiza frente a ti a las personas significativas que estuvieron contigo este día. Bendícelas y exprésales tu agradecimiento.
Ahora sí, ¡felices sueños!

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