1 de Octubre de 2013

¿Te has dado cuenta que a menudo nos comunicamos sólo a un nivel superficial? Vivimos en un mundo que tiene prisa, nuestra falta de tiempo y el tener que estar enfocados en tantas direcciones simultáneamente, disminuye nuestra presencia en la comunicación que tenemos con los demás. Muchas veces, sin darnos cuenta, terminamos teniendo interacciones mecánicas y descuidadas.
Tener una charla superficial puede no ser un problema cuando hablas con el chofer del taxi que te transporta (aunque te sorprendería saber cuan frecuentemente los tomamos como “terapeutas ambulantes”). Sin embargo, el asunto resulta crítico cuando hablamos de las personas que sí te importan.
Ya sea con tu familia, con tus amigos, o en una situación valiosa de trabajo, si te observas podrás notar que en ocasiones tus interacciones resultan carentes de calidez y autenticidad. Es como si no estuvieras realmente involucrado en la comunicación. Y quizás no lo estás…
El primer elemento que necesitas para una comunicación más significativa es darte el tiempo.
Cuando te acercas a la vida desde un lugar de tranquilidad, estás más presente y atento. Alcanzas a percibir mejor qué estás sintiendo dentro de la situación, y te das oportunidad de distinguir más opciones. Como consecuencia tu interacción con el otro resulta más profunda,  genuina… y más satisfactoria.
Darle tiempo a tu comunicación, significa desacelerar tu mente, para que el cuidado de tu corazón esté incluido en la interacción. Cuando no estás en calma interior, la conexión de tu corazón con los demás se desvanece, y tu comunicación lejos de crear un flujo con los otros, termina creando turbulencias.
Cuando notes que tu sistema está funcionando demasiado rápido, detente un momento, conscientemente respira durante un par de minutos y progresivamente permite que tu ritmo interno se desacelere. Esto ayuda a alinear tu mente y tus emociones con los sentimientos de tu corazón.
Cuando eres tú quien escucha, respira con tranquilidad y procura irradiar una intención de atención y cuidado, creando así condiciones para una conexión más sólida. Esto te ayudará a tomar la esencia de lo que estás escuchando, en lugar de verte arrastrado a una reacción de drama o prejuicio antes que la persona termine de hablar.
Si tus juicios salen a la superficie, intenta obsérvalos, respira  y pregúntate: ¿Cuál es la verdad en esta situación?
Cuando sea tu turno de hablar, intenta hacerlo desde la conexión con tu calma interior. Hasta donde la situación lo permita (cuídate de cometer  “veradicidios” o repartir “verdadazos”),  se genuino y expresa tus sentimientos auténticos.
Practicar una comunicación significativa, no significa estar siempre burbujeante y efusivo en todas nuestras interacciones. Simplemente significa esforzarte por crear interacciones auténticas, en las que hablas, escuchas y actúas incluyendo la sabiduría de tu corazón.