20 de mayo 2014

Patricia* pidió verme con urgencia para una sesión de psicoterapia.
Desde el inicio de la consulta se soltó quejándose de que todas las cosas le estaban “saliendo mal”: con su trabajo, con su pareja, en su nuevo lugar de residencia…¡Ufff!, parecía que nada funcionaba bien en su obscuro horizonte existencial.
Al principio me sorprendí de este aparente retroceso después de más de dos años de terapia, pero pronto pude darme cuenta que se encontraba atrapada en una espiral autodestructiva de descalificación y autorechazo.
Una espiral que se retroalimentaba a sí misma sin dejar espacio para nada más que la queja impotente y el sufrimiento.
Es probable que tú también hayas caído alguna vez en un círculo vicioso similar (a todos nos pasa):
… comienzas a tener pensamientos “negativos”…
… que te van creando ciertos sentimientos “negativos”…
… mismos que generan más pensamientos “negativos”…
… que a su vez…
Hasta dejarte atrapado en una espiral de “caída libre” hacia el desgaste y el desconsuelo.
O –peor aún- se te convierte en un estado de ánimo. A fuerza de repetirse, te vas habituando a esta “atmosfera” interior toxica. Tu sentido del “yo” termina identificándose con ese estado emocional (llámese irritabilidad, angustia o depresión).
En este proceso –que puede generarte mucho sufrimiento innecesario– las emociones parecen perder su esencia transitoria e impermanente y las vives como estados de animo recurrentes o permanentes.
Así es como operan nuestras programaciones “negativas”.
¿Recuerdas que en el boletín anterior afirmaba que: “(…) la actividad neuronal que repites termina instalándose en tu cerebro en forma de conexiones y estructuras cerebrales… para bien o para mal”?
Pues bien, al igual que con el lenguaje o cualquier otro “aprendizaje” significativo, las estrategias de pensamiento, experiencia y reacción que has empleado en tu vida, terminan estableciéndose como memorias implícitas en tu cerebro, en tu cuerpo y en todo tu sistema.
Y una vez que estas conexiones y estructuras neuronales están instaladas (le llamamos proceso de “conformación caracterológica”), es muy fácil que a partir de cualquier experiencia o pensamiento se activen sus programas, desencadenando su particular secuencia toxica o circulo vicioso.
Tu “película de horror” particular, digo yo.
Así que no es cosa de la mala suerte o una deficiencia genética personal el que en ocasiones termines atrapado en círculos viciosos emocionales que te crean sufrimiento. Son las viejas programaciones de tu sistema…
De esto seguiremos platicando en nuestro siguiente boletín…
* Hecho real, nombre ficticio.

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