25 de Septiembre de 2012

Revisemos ahora la otra cara de la moneda del enojo: ¿Qué pasa con las personas que parecen estar enojadas todo el tiempo?
Si la publicidad te molesta, si la política te irrita, si el comportamiento de los otros te enciende, si despiertas en las mañanas con tus puños cerrados y el entrecejo fruncido, no hay duda: estás viviendo atrapado en el enojo.
Tener demasiado de cualquier emoción no es sano para ti; para tu sistema endocrino, tu corazón ni tu cerebro.
Y por supuesto, no es sano para tus relaciones con los demás.
Si cualquier detalle te enciende -aún si no existe ningún agravio, ofensa o amenaza para ti- hay algo que necesitas revisar.
Tu emoción del enojo no está fisiológicamente programada para mantenerse activa todo el día. ¡Resulta agotador!
De hecho, ninguna emoción debería estar activada todo el tiempo; cada una tiene su propósito, y éste, como estamos viendo, es uno específico.
Si vives atrapado constantemente en una emoción, necesitas revisar:
Si no tienes desequilibrios orgánicos. En ocasiones algunas enfermedades afectan los centros emocionales del cerebro (cerebro límbico), o alteran el sistema hormonal o el nervioso.
Que no estés viviendo las secuelas de una experiencia traumática. Si ésta es reciente, puedes tener más claridad de cuál es la pista. El problema es que a veces vivimos experiencias traumáticas en la infancia, las hemos enterrado en nuestra conciencia y hoy día no las recordamos… sólo padecemos sus consecuencias. Este síndrome es conocido como trastorno por estrés postraumático. En este caso es necesaria la intervención de un especialista en psicoterapia de trauma.
O quizá necesites revisar tu estilo de vida. La ciencia médica ha demostrado que el estrés tiene un profundo impacto en nuestro equilibrio fisiológico, y que vivir en un estado de estrés crónico termina por desequilibrarnos fisiológica y emocionalmente.
Que no estés usando el enojo como evasión. Es común que hayamos aprendido a usar cierta emoción (en este caso el enojo), como una forma de evitar entrar en contacto con otras emociones que nos parecen más difíciles o amenazantes. Por ejemplo, inconscientemente elijo enojarme en vez de sentirme  asustado o herido.
Escucha el mensaje. Si vives constantemente «atrapado» en una reacción emocional, quizás aún no has comprendido qué te está «pidiendo» esa emoción. Aquí la pregunta es: ¿Qué necesitas hacer para completar el ciclo que está pendiente?
La respuesta a: ¿Cuánto es demasiado de una emoción? Aunque subjetiva, tiene un parámetro:
Si la emoción aparece constante y repetidamente, si sientes que algo en el ciclo del proceso no alcanza a resolverse, esto empieza ya a ser demasiado.
Tu emoción está fuera de balance y necesitas atenderla para que pueda regresar a realizar su «tarea» y seguir contribuyendo a que tu vida sea más vital y satisfactoria.

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