La pintora atravesaba un momento difícil.
Sus cuadros eran bonitos, la gente decía que sus pinturas les gustaban mucho…¡pero casi nadie las compraba!.
La artista se sentía desolada, y no sabía qué hacer al respecto.
Un día, su esposo asistió a una de las exposiciones para investigar.
Observó con atención a la gente que visitaba la galería, y notó que cada visitante inspeccionaba los cuadros durante unos segundos, y luego se movía hacia el siguiente.
Recorrían el trabajo de “toda una vida” de su pareja en solo unos instantes.
Entonces, notó algo interesante:
De vez en cuando su esposa comenzaba a contarle a una persona la historia detrás de uno de los cuadros.
Les contaba cómo había escogido cada color.
Les platicaba el porqué una forma de la pincelada buscaba trasmitir paz, mientas otra tenía la intención de desafiar el movimiento.
Y se dio cuenta que cada vez que su esposa empezaba a contar una historia, se formaba un pequeño grupo a su alrededor.
Y entonces, la gente que se había reunido a escuchar permanecía mucho más tiempo observando la pintura y comentando entre ellos.
Cinco minutos. Diez minutos. Quince minutos.
Una mujer se sentó durante media hora estudiando una pintura y platicando con un par de “desconocidos”.
Y lo que es más, ¡muchos de ellos comenzaron a comprar!
¿Que pasó aquí? Te diré lo que pasó…
Los seres humanos, por nuestra propia naturaleza, amamos reunirnos.
Sin embargo, a pesar de que anhelamos el contacto y la comunidad, los rigores de la vida cotidiana a menudo limitan nuestra necesidad de reunirnos con otras personas.
Es común que en tu vida cotidiana te encuentres trabajando en oficinas aisladas, con poco contacto con otras personas.
Sin darte cuenta, esto puede drenarte, deprimirte.
Porque pierdes la oportunidad de nutrirte de la relación con otros.
Ese contacto interpersonal que alivia tu estrés y revitaliza tu espíritu.
En cambio, cuando saboreas la experiencia de compartir con otras personas se despierta un sentido gratificante de conexión.
Y te das cuenta que muchos momentos de felicidad ocurren simplemente porque participas en actos de juego y unión.
Si reflexionas un momento sobre las experiencias más felices y significativas de tu vida, descubrirás que en la mayoría estaban involucrados otros.
Cuando te sientes acompañado muchos problemas desaparecen.
Por estas razones, la relación humana, el compañerismo y el sentido de comunidad, son cruciales para el bienestar de la humanidad….
Y precisamente esto es lo que TÚ ofreces al crear y facilitar un grupo: una pequeña comunidad.
Propicias la oportunidad de un espacio que invita a sus miembros a una experiencia rica y transformadora.
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