2 de Octubre de 2012

Miedo: el Guardian de la Vida
El miedo activa tu estado de alerta.
Tus capacidades de percepción se agudizan: tu oído, vista, olfato, hasta tu piel, junto con todas tus facultades perceptivas se vuelven más atentas a la información a tu alrededor; tu pulso se acelera, tus adrenales se activan, estás listo para poder huir, gritar, esconderte o pelear…
Se ha activado un maravilloso mecanismo de sobrevivencia y autoprotección.
La emoción del miedo te permite obtener información vital y prepararte frente a cualquier contingencia…
Te hace detenerte y esperar hasta que evalúas el nivel de riesgo y peligro.
Te ayuda a reconocer si un lugar o una persona están siendo toxicas para ti.
Si escuchas a tu miedo como un aliado estarás preparado para reaccionar frente al peligro.
Si lo ignoras o lo niegas, estarás inconsciente y desprevenido de los riesgos a tu alrededor.
El miedo nos remite a considerar y reconocer nuestra condición mortal y limitada… no somos súper-humanos.
El ciclo ideal del miedo sería así:

  1.  detectas un peligro,
  2.  tu miedo se activa (emoción),
  3.  tomas conciencia de él (sentimiento),
  4.  eliges y actúas una respuesta,
  5.  la situación pasa,
  6.  poco a poco se desactiva el mecanismo de alerta,
  7.  regresas a la normalidad.

Éste sería un ciclo normal y deseable… sin embargo, en nuestra  sociedad moderna, el miedo es fácilmente sobre-estimulado.
¿Cómo se da esta sobre-estimulación?: El ritmo de estrés crónico, el bombardeo de noticias inquietantes, la rapidez de los cambios que nos afectan, innumerables preocupaciones…
Si a esto añadimos una relación difícil con tu emoción de miedo, tienes el terreno fértil para que la preocupación y la ansiedad se instalen como forma de vida PERMANENTE…

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