7 de julio 2015

 La vida… como una montaña rusa
Lo confieso: no soy fanático de las montañas rusas.
Pero me llamó la atención saber que en Jackson, N.J. hay un “Six Flags”, que presume tener la  montaña rusa más alta del mundo.
¿Tú estarías dispuesto a subir a 140 m de altura, para montar en un carrito que se desplaza a poco más de 200 km por hora?
Sabes que al subirte a esta “diversión” el viaje  tiene su propia lógica.
Comprendes que va a seguir su propio rumbo, independientemente de la fuerza con la que te agarres a la barra.
Intuyes también que si luchas con el “paseo”, resistiendo lo que sucede en cada curva y bajada, todo tu ser se tensa… y el miedo se convierte en tu único compañero de viaje.
En cambio, cuando te entregas al movimiento, cuando aceptas lo que no puedes controlar, los compañeros que subirán contigo al paseo son la alegría y la libertad.
Algo muy parecido pasa en la vida.
Constantemente estableces metas. Esto te da la sensación de estar centrado. Sientes que puedes manejar tu tiempo y tu energía con eficiencia.
También te proporciona un sentido de propósito y dirección.
Pero muy a menudo -debido a fuerzas fuera de tu control- las cosas no salen como habías planeado: el neumático desinflado en el camino a la boda, un pie lastimado en el momento más crítico del trabajo…
La vida constantemente te “obliga” a reajustar, posponer, o volver a crear un nuevo conjunto de circunstancias. Como en la montaña rusa: por más que quieras girar a la derecha, si la curva que sigue es a la izquierda, girarás en esa dirección… no hay de otra.
Incluso los giros positivos de la fortuna – la llegada inesperada de dinero  o enamorarte – te obligan a ser flexible y  reconsiderar tus planes.
A veces sucede en un abrir y cerrar de ojos.
Sé que no es fácil.
La mayoría de nosotros sentimos mucha aversión al hecho de no tener control sobre lo que nos pasa… ¡y la mayor parte del tiempo no lo tenemos!
Sin embargo, si observas con cuidado a las personas en una montaña rusa, notarás dos cosas curiosas: por un lado que hay caras tensas, con miedo; pero también hay otras que sonríen y gritan de emoción, con sus manos en el aire.
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¿Cuál quieres ser tú?
Esta puede ser una imagen que te recuerde que, la mayoría de las veces, el único control que realmente tienes, es elegir con qué actitud vas a responder frente al viaje.
Y hablando de cambios, inician formalmente las vacaciones de verano.
Que tengas un paréntesis reparador y  nutricio.
Volveremos a estar en contacto en agosto.
Hasta pronto,
Jorge Galindo

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