13 de Febrero de 2012

El 14 de febrero celebramos el  día de San Valentín.
Chocolates, paletas, pasteles en forma de corazón; querubines en los escaparates; imágenes de todos tipos y tamaños que muestran nuestro símbolo favorito del amor: un corazón rojo.
¿Qué tan sabia es esta «sabiduría popular» que con insistencia señala a nuestro corazón físico como el centro del amor?
De una persona decimos que tiene el «corazón duro» cuando no muestra cuidado ni amor. Y decimos que tiene un «gran corazón» cuando demuestra compasión por los demás.
Cuando intuimos algo, decimos tengo una «corazonada»; y tomamos «de corazón» las cosas  cuando nos comprometemos con alguien o algo.
Hablamos de «corazón a corazón» con las personas que queremos, y  en nuestro intento de entrega amorosa, nos abrimos desde el «fondo de nuestro corazón».
Quizá puedas recordar cuando te enamoraste por primera vez: la sensación en el pecho, cómo sentías «lleno el corazón»…  y cómo en el momento de la ruptura -literalmente- te «dolía el corazón».
Nuestro corazón es nuestro hogar emocional, es la parte de nuestra anatomía a la que señalamos (el pecho) cuando decimos «yo».
Las cosas del amor tienen que ver con tu corazón, y la salud de tu corazón físico, es también un buen termómetro que nos da señales, pistas… ¿Qué tan cerrado o abierto estás a la experiencia del amor?, ¿Qué  tan dispuesto estás a permitirte la experiencia de sentirlo y  expresarlo?, ¿Te amas a ti  mismo lo suficiente?…

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