Yo crecí riéndome con él y sufriendo sus penas.
Charles Schulz (1922-2000), su creador, alguna vez dijo:
«Charlie Brown debe ser la persona que sufre, porque es una caricatura de la persona promedio. La mayoría de nosotros estamos mucho más familiarizados con perder que con ganar…»
“Carlitos” (como se le llamó en México) sufría de muchas cosas: desánimo, un corazón roto, sentirse ridículo… parecía siempre perseguido por la melancolía y la angustia.
Pero Carlitos no es el único, lo mismo pasa cuando se activan por la incertidumbre, las creencias que despiertan tu miedo y ansiedad.
Y no son sólo ideas. Entre más profundas son, más fuerte es el componente emocional que las acompaña (¿Cuánta gente no se mata a diario por creencias ideológicas, religiosas, etc.?)
… Quizás tus padres te decían: -el dinero no crece en los árboles, tienes que preocuparte por el-.
… O en tu familia importaba mucho lo que pensaban los demás. Complacer a los otros para asegurarte de “caerles bien a todos”.
… O tal vez sentiste que no era seguro mostrar tus sentimientos. Y así aprendiste que expresar tu vulnerabilidad o tus necesidades te ponía en riesgo de ser herido.
Por lo tanto, se instaló la creencia de que hacerlo era peligroso. El caso es que en todos nosotros se sembró alguna de estas semillas.
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En el mío, por ejemplo, aprendí de pequeño que, para ser visto, para ser parte de la familia, necesitaba ser “el mejor”.
Una parte de mi seguridad emocional se construyó alrededor de la creencia de que sólo cuando hacía las cosas bien, merecía el cariño y la aceptación.
Ya te podrás imaginar algunas consecuencias de esto.
Mi inseguridad frente a la crítica, mi inercia inconsciente a compararme con los otros, mi tendencia al perfeccionismo…
Y aunque todos estos comportamientos eran estrategias que mi mente subconsciente desarrolló para protegerme, en el fondo terminaban generándome más ansiedad.
Lo mismo puede estar pasándote a ti.
Porque en el fondo, se encuentra el miedo a perder algo que consideras importante.
¿Perder algo importante? Quizás el amor o la relación con algún ser querido, tu autoestima al ser criticado o rechazado, o la sensación de estar al mando y seguro.
El problema es que desde estos miedos subconscientes, intentas controlarte a ti mismo, a los demás, o a las situaciones, luchando para que no se conviertan en realidad las visiones catastróficas que temes.
Paradójicamente, estos intentos de control no reducen tu incertidumbre: la incrementan. Porque te comprometen en una tarea imposible: controlar la vida, controlar lo que va a suceder.
Tus creencias están arraigadas en las profundidades de tu subconsciente. Por eso, si realmente quieres un cambio perdurable, es necesario ir a fondo.
Y desde lo más profundo de mi propia experiencia te puedo decir: es posible.